La genética y el estilo de vida son factores fundamentales que afectan la longitud de los telómeros y la velocidad a la que se acortan. Ciertos hábitos de vida se han asociado significativamente a tener telómeros más largos o más cortos. Por ejemplo, fumar, la obesidad y el estrés psicológico aumentan el estrés oxidativo y la inflamación que, a su vez, contribuyen a tasas más altas de desgaste de los telómeros a lo largo de la vida. También se cree que otros factores como la dieta, el ejercicio y el sueño afectan el envejecimiento biológico. Las terapias actuales se están desarrollando en base a la activación de la telomerasa para rejuvenecer los telómeros. La medición de la longitud de los telómeros será necesaria para determinar si estas terapias mejoran efectivamente la longitud de los telómeros.